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No hay que ser un Van Gogh ni un Picasso, y ni siquiera tener talento artístico, para disfrutar de una velada en Muse Paintbar. Incluso, este restaurante-bar es vivo ejemplo de que no son necesarios la música, el baile ni los juegos de billar y dardos para entablar amistades y lazos sociales. Así, entre arte y comida, los comensales de Muse Paintbar disfrutan de su noche. Esta cadena de 14 restaurantes (y uno que pronto abrirá en Port Jeffersen, Nueva York) combina las clases de arte con la comida para una velada sencillamente distinta.
“Lo que decimos a la gente es que no se necesita de mucho conocimiento artístico para pasarla bien y, de paso, crear una obra”, dice Stanley J. Finch, presidente y cofundador de Muse Paintbar, cuya sede es en la ciudad de Nueva York.
Muchos de los clientes no han tomado un pincel en sus manos desde que cursaban la primaria, pero no es ningún problema, dijo. “Tenemos artistas muy talentosos que llevan a los clientes paso a paso hasta que crean una obra de la cual se sientan orgullosos”.
El primer restaurante Muse Paintbar abrió en 2012 y, hoy día, este concepto opera en la ciudad de Nueva York y en el este de Estados Unidos. La gerencia de esta empresa espera este año doblar la cantidad de locales para un total de 30, con unos 25 más en planes para el año que viene. La empresa comenzó el año con ocho nuevos contratos de arrendamiento. La mayoría de estos locales estarían operando para el segundo trimestre del año en curso.
La empresa tiene la mira puesta este año en el área de Washington, D.C., donde ya hay planes de abrir locales en ciudades en los estados de Maryland y Virginia.
Muse Paintbar vela mucho por la ubicación y la decoración de sus negocios, señaló Zack Gross, director de expansión comercial de Greenberg Group, cuyas oficinas radican en Hewlett, Nueva York. Por eso, la cadena se establece mayormente en centros comerciales lifestyle y espacios urbanos. Greenberg Group ha estado trabajando con Muse Paintbar por los pasados tres años. “Convierten el espacio para que luzca y se sienta como un verdadero estudio de un artista”, dijo. Los interiores por lo general tienen pisos de concreto, paredes de ladrillos expuestos y techos expuestos. “Uno se siente como si estuviera en el taller. Es algo sexy, contrario a un salón de clases. Y eso enriquece la experiencia”.
El gusto estético también influye en la selección del local, puesto que Muse Paintbar se rehúsa establecerse en sobrios edificios de oficinas o el típico centro comercial abierto, dijo Gross.
“El cliente quiere salir a disfrutar de una noche creativa y una verdadera experiencia artística”, dijo. “Sí importa dónde se encuentre”.
Aunque Muse Paintbar sirve vinos, cervezas y platos ligeros, los clientes por lo general pasan un rato allí y luego optan por tomarse unas copas en otro lugar. Así que Muse Paintbar se establece en áreas donde haya otros bares y restaurantes. “Queremos ser un componente de la velada”, dijo Gross.
Muse Paintbar es parte de una tendencia en la industria minorista en la que los propietarios incorporan más inquilinos que ofrecen entretenimiento y algo más. Así lo demuestra la acogida que ha tenido.
“Es uno de nuestros lugares más populares aquí”, indicó Elizabeth Zigmont, directora de mercadeo de Blue Back Square, un centro lifestyle en West Hartford, Connecticut. Los clientes disfrutan de Muse Paintbar por sus actividades artísticas y porque allí se reúnen con amigos, dijo. Además, Muse Paintbar es el único negocio donde se pinta y se toma una copa. “Definitivamente, es un negocio destino, porque es único en el mercado de West Hartford”, dijo Zigmont.
Las sesiones de pintura por lo general duran de dos a tres horas. Los clientes se matriculan en la página Web de la empresa, que indica cuántos espacios hay disponibles y los temas de la clase. Los temas incluyen paisajes, paisajes urbanos, animales y barcos veleros, aunque Muse Paintbar también ofrece clases para grupos en las que los participantes escogen los temas. Una clase individual puede costar $35 e incluye la pintura, el lienzo y el delantal. Hay espacio para niños, aunque el restaurante también celebra la noche familiar y actividades para pequeños.
En los inicios del negocio, Finch y la cofundadora, Vanessa Leigh (quien además es la “artista principal” de la cadena) usaban solo la pintura acrílica sobre lienzo. Pero ahora también incluyen pintura sobre copas de vino y floreros, y pintura de calabazas para Halloween. Y la compañía sigue explorando otros tipos de experiencias artísticas.
“No pensamos solo en añadir locales”, dijo Finch. “También nos centramos en crear otras experiencias creativas que pudieran interesarles a nuestros clientes”. SCT